Mapuche sobre una roca en la alta montaña sostiene un wiño en su mano una noche con luna llena

Historia del palin mapuche

¿Qué es el palin?

El palin es una práctica ancestral del pueblo mapuche cuya historia se extiende por siglos en el territorio. Mucho más que un juego, ha funcionado como un espacio social y ceremonial donde distintas comunidades se encuentran, dialogan y renuevan vínculos. A través del tiempo, el palin ha preservado valores de convivencia, respeto y continuidad cultural que mantienen viva esta tradición.

Orígenes del palin

Las referencias más antiguas al palin provienen tanto de relatos orales como de crónicas coloniales. En estos testimonios, el juego aparece asociado a ceremonias, acuerdos comunitarios y actividades de preparación física. Desde sus inicios, el palin cumplió una función social relevante: reunir a los lof —comunidades vinculadas por territorio y relaciones de apoyo mutuo— para fortalecer alianzas y resolver tensiones sin recurrir a la violencia.

El espacio donde se realizaban estos encuentros es el paliwe, un terreno dispuesto especialmente para el juego. Históricamente, el paliwe no ha sido solo una cancha, sino un punto de reunión donde familias, autoridades tradicionales y visitantes participan de un entorno de diálogo, hospitalidad y encuentro comunitario.

El palin como práctica social

En los relatos tradicionales, el palin reunía a decenas de personas: jugadores, familias, autoridades y visitantes de distintos territorios. El juego permitía reforzar relaciones entre comunidades y, al mismo tiempo, enseñar formas de conducta basadas en el respeto, la cooperación y la contención mutua.

Dentro de la cancha, cada jugador se relacionaba con un par del equipo contrario, vínculo conocido como kon. Esta relación organizaba la dinámica del juego, estableciendo un par responsable de acompañar, disputar y equilibrar la fuerza durante el encuentro. Más allá de la competencia, el kon es una expresión histórica de equilibrio y reconocimiento entre participantes.

Encuentros entre comunidades

Los partidos de palin podían extenderse durante horas o días y convocaban a distintos lof que mantenían relaciones previas o buscaban fortalecerlas. Estos encuentros incluían alimentación compartida, diálogos entre autoridades tradicionales y momentos rituales que enmarcaban el desarrollo del juego.

El palin no se entendía como un evento aislado. Cada encuentro formaba parte de una secuencia mayor de visitas y correspondencias en el tiempo. De esta manera, el juego articulaba relaciones de apoyo, reciprocidad y continuidad entre comunidades cercanas y distantes.

Transformaciones históricas

Con la llegada del periodo colonial y posteriormente con los procesos republicanos, el palin experimentó presiones, regulaciones y cambios en su práctica. En distintos momentos, autoridades externas intentaron limitar o supervisar el juego debido a su carácter comunitario y a la gran convocatoria que generaba.

A pesar de estas restricciones, el palin nunca desapareció. Muchas comunidades continuaron practicándolo en contextos familiares o ceremoniales, resguardando sus significados y transmitiendo el conocimiento de generación en generación. Con el tiempo, surgieron nuevas formas de jugar y organizar encuentros, adaptándose a transformaciones sociales y territoriales sin perder su sentido cultural profundo.

Continuidad y vigencia del palin

Hoy, el palin mantiene su presencia en distintos territorios mapuche. Aunque algunas prácticas han cambiado, el juego continúa funcionando como un espacio donde se expresan valores centrales como la convivencia entre lof, el respeto entre jugadores y la importancia de la continuidad cultural.

En la actualidad, niños, jóvenes y adultos participan en encuentros comunitarios, actividades educativas y programas culturales. Esto ha permitido que el palin siga siendo una práctica viva, capaz de conectar historia, identidad y nuevas generaciones.